Otro viernes más os saludo desde el blog.
Como ya os conté en la primera entrada, cuando mis hijos ya no eran bebés me volví a acercar a las manualidades. A través de Internet aprendí a hacer broches de fieltro, también hacía coleteros a mi hija, con fieltro y con goma EVA, tapas de libreta de scrap a mi manera, cajas de huevos decoradas,…
Aquí un broche corazón:
Mi cabeza no paraba de inventar y tenía la necesidad de crear cosas hechas por mí.
Entonces encontré un curso de bisutería que iba a impartir Cristhy en la Luna, artesana burgalesa. ¡Qué oportunidad de aprender cosas nuevas de primera mano!
No hará falta decir que me lo pasé genial en el curso. Hicimos broches de lana fieltrada, pulseras de macramé y de abalorios, monederos y muñecos de tela, bolas cubiertas de abalorios y también… de ganchillo. Y se me daba bien. Parece como si recordara un poco de ver tejer a mi madre. Lástima que a ella no le podía consultar, porque ya no estaba por culpa de un cáncer de mama.
Esto es de lo primero que hice de ganchillo: un collar con bolas de madera cubiertas de perlé.


Y también hicimos un amigurumi sencillito: un búho muy simpático.
Yo que hasta entonces los amigurumis me parecían dificilísimos, estaba que no cabía en mí de alegría de haber hecho uno.
Desde entonces es lo que más he hecho y, ya teniendo la base, de lo que más he seguido aprendiendo de forma autodidacta.
Y, al descubrir cómo te puede llenar y subir la autoestima tejer amigurumis o hacer otras manualidades, no quiero guardármelo para mí sola. Sigo compartiendo lo que hago por redes sociales y ahora quiero que tú, que te quieres unir a esta gran comunidad de tejedoras y no sabes por dónde empezar, me sigas y me dejes acompañarte.
Con la oportunidad que nos dan las nuevas tecnologías, desde cualquier sitio podemos conectar y verás cómo contando vueltas y puntos un rato al día te liberarás del estrés y los problemas diarios. ¿Qué me dices?